Cumpliendo años

 

*Ésta es la foto de la tarta cuya ecuación es 4 X 1 = L

 

 

La prensa tiene la costumbre de traernos con el desayuno la relación de gentes, más o menos notorias, que en el día de autos cumplen años. Pocos son los que, con algo hecho en esta vida, se libran de figurar en esos anales. Hoy, por ejemplo, me igualo en la efeméride con personajes tan variopintos como el insigne poeta Antonio Gamoneda, el aclamado actor y director Clint Eastwood, el sagaz humorista gráfico José María Gallego o el punzante político Alfonso Guerra. También con un filósofo, Enrique Lynch, con una actriz, Brooke Shields o con un jurista, Pablo Castellano. Toda una pléyade de personas nacidas el mismo día en que lo hice yo si bien, salvo en el caso de la actriz que siempre tanto me agradó físicamente, ellos lo hicieron unas cuantas primaveras antes.

 

Cumplir años no es sólo apagar velas en una tarta que te ponen frente a ti para que te mentalices de que ya no eres tan niño. Soplar 46 velas, o los guarismos de cera que representan tu edad, es un ejercicio sano de reflexión sobre si lo acontecido hasta entonces ha merecido la pena. Y, realmente, con sus altibajos, sus penas y alegrías, sus glorias y miserias, creo que sí, que lo ha merecido. Para qué nos vamos a engañar a estas alturas de viaje.

Diario de un prodigio (XXVIII)

 

¿Pueden dos corazones latir al mismo tiempo? Oyendo a Phil Collins en esta canción, parece que sí. ¿Qué tipo de sintonía, de latidos al fin y al cabo, ha de tener ese órgano en dos seres humanos para que esa circunstancia se produzca? Posiblemente algo tan sencillo y difícil a la vez como quererse y respetarse. Uno recibe lecciones casi todos los días de generosidad ajena. Bien está que alguna vez se aplique el cuento y corresponda como tal.

 

Vivimos y hacemos las cosas para que nos quieran y no para otro menester. He conocido gentes que, saciadas de las mieles del éxito, del poder y la gloria, se lamentaban de esto último. Y esa carencia es la peor que puede padecer nuestra especie. Nos enseñan a ser generosos los demás con su ejemplo, con su tacto, con su amor. No desaprovechemos la ocasión para estar a la altura.

 

Para hombres sabios como Unamuno, todo acto de bondad era una demostración de poderío. Y para Tagore, quien ocupaba demasiado tiempo en hacer el bien no tenía tiempo para ser bueno. Y tuvo que venir Paulo Coelho a dejarnos dicho que cuando todos los días resultan iguales es porque el hombre ha dejado de percibir las cosas buenas que surgen en su vida cada vez que el sol cruza el cielo.

La regla 6+5

 

Es difícilmente comprensible que las selecciones inferiores del fútbol español ganen torneos de forma brillante mientras la absoluta se halla estancada desde tiempo inmemorial en la fase de cuartos de final cada vez que compite. Quizá la explicación más sencilla sea que el grueso de los equipos de la Primera División española lo integren futbolistas extranjeros.

Baste como ejemplo la foto del otro día de los seleccionados para la próxima Eurocopa 2008 junto a quienes ganaron el último torneo para el equipo nacional: ¡los héroes de la Eurocopa de 1964!

El máximo dirigente de la FIFA, Joseph Blatter, va a proponer ahora lo que se da en llamar regla 6+5; esto es, que los partidos los inicien, alineados obligatoriamente, media docena de jugadores de la nacionalidad del club que les paga. Consciente de que se trata de una medida que choca frontalmente con la política de libre circulación de trabajadores en la Unión Europea, -que, por cierto, ya votó en contra de esta propuesta semanas atrás- el dirigente Blatter, su impulsor último, quiere defenderla a capa y espada, basándose en que ello redundará en la promoción de la formación de los jugadores jóvenes y el refuerzo del equilibrio de las competiciones.

Desde la Comisión Europea ya hablan de discriminación por cuestión de nacionalidad. Y entienden que los futbolistas profesionales son trabajadores y que por ello deben respetarse plenamente los principios de no discriminación y de libre circulación, como ha dicho el comisario europeo de Empleo. Así lo establece la famosa sentencia del caso Bosman, que en su día emitiera el Tribunal de Justicia de Luxemburgo y que generó ese aterrizaje masivo de jugadores foráneos en los clubes de fútbol.

Conviene incidir en que esa, para algunos, controvertida regla que pretende introducir el presidente de la FIFA, no afectará al número de futbolistas extranjeros que pueda fichar un equipo, sino al de jugadores que inicien un encuentro; es decir, jugarían desde el principio seis deportistas que, a su vez, podrían ser seleccionados para su equipo nacional.

Es posible que la medida vaya directamente contra la concentración financiera y los monopolios económicos. Esa, aseguran, es la intención última de la FIFA, si bien la palabra la tendrán las más de 200 federaciones que, reunidas en Sidney, celebran estos días el 58 congreso del máximo órgano directivo del fútbol a escala mundial.

 

Desdramatizando, que es gerundio

 

 

 

 

Cuando el tal Chikilicuatre irrumpió en la escena del país, pensé lo que tantos: vaya tela. Pasado el tiempo y viendo el impacto que el personaje causaba, sobre todo en los más pequeños, empezó hasta a caerme bien. Pero todo en su lugar. Se trata de un actor que, como tal, hace su papel y que no se las da de nada más que de eso: alguien que actúa. Ni siquiera va de pseudointelectual como muchos extravagantes de tres al cuarto que pululan por el suelo patrio. Es evidente que su garbeo por el escenario nacional hasta desembocar en el Festival de Eurovisión de la otra noche no ha dejado indiferente a casi nadie. ¿Quién no sabe que el uno es el breikindance, el dos el crusaíto, el tres el maiquelyason y el cuatro el robocop? Hasta el Tato, oiga.

Con Chikilicuatre todos han ganado, aunque él quedase decimosexto en Belgrado. Es igual. Ha ganado su promotor, él mismo, los que le acompañaban y TVE con casi 14 millones de espectadores en hora punta, algo que sólo se alcanzaba en época de monopolio.

Rodolfo Chikilicuatre nos ha dado de qué hablar en estos días a un país que se debate sobre si lo que hay se llama crisis o desaceleración, sobre si Rajoy va o viene como líder del PP o sobre si Raúl debió o no ir a la Eurocopa de junio. Temas todos ellos más y menos trascendentales, puesto que hay para todo en esta piel de toro. Pero lo que es evidente es que las pretensiones del representante eurovisivo eran las de llamar la atención y divertir al personal. No las de optar a la presidencia de la Real Academia Española, por ejemplo. Porque para eso, ya están otros. ¿En concepto de qué el año pasado pudieron ganar unos tipos disfrazados de monstruos o éste los irlandeses plantarse en la previa del concurso con un supuesto pavo? ¿No vale, entonces, el desgarbado Chikilicuatre para un certamen decadente pero que en su prehistoria contó con voces tan señeras como la de la Cinquetti, Cliff Richard, Françoise Hardy, Raphael, Albano, Céline Dion o Abba? Pues eso, sepulcros blanqueados. Y perrea, perrea.

 

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*Derechos Humanos: 60 años de fracaso

Adiós Sydney Pollack, tal como éramos

 

The Way We Were / Barbra Streisand

Hoy hemos sabido que Sydney Pollack se acaba de morir de cáncer en su residencia de Los Ángeles a la edad de 73 años. Se trataba del director y productor cinematográfico que nos ha legado algunas de las joyas que atesoramos en nuestra particular videoteca. Títulos como Tal como éramos, Tootsie, Habana o Memorias de África, con la que triunfó ampliamente en los Oscar de 1985.

Pocos como Pollack supieron sacar tanto partido de actores y actrices del nivel de Robert Redford, Paul Newman, Meryl Streep, Barbra Streisand, Dustin Hoffman, Burt Lancaster, Natalie Wood, Robert Mitchum, Al Pacino o Harrison Ford, a los que dirigió a lo largo de su dilatada carrera.

Era hijo de inmigrantes rusos al que le gustaba aparecer, ya cuando dirigía o producía, como actor en la pantalla.

The Way We Were es la canción de la inolvidable banda sonora de Tal como éramos. La interpretaba Barbra Streisand, quien compartía protagonismo con el gran Redford, en un duelo actoral memorable. Es una bella historia del apuesto Hubbell Gardiner y la reivindicativa Katie Morowsy, dos seres tremendamente contrapuestos. Polos opuestos que se atraen, se enamoran, se casan, pero a los que aquello no funciona. Pasa el tiempo y hay un reencuentro. La delgada línea que a veces separa el éxito del fracaso. Lo que aquel dijo una vez: que el éxito consistía en alcanzar lo que se deseaba mientras la felicidad en desear lo que se alcanza.

 

 

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FANS AGRADECIDAS

 

En los últimos días, las estadísticas del blog se han disparado. Busco la causa y la descubro. El comentario Un tipo con alma, publicado el pasado 28 de abril sobre Sergio Dalma, ha sido exportado por una amable paisana a una página oficial, foro de las fans del cantante y, como por arte de magia, la voz se ha corrido. Parece que les ha gustado. Yo me alegro y les doy gracias.