Las rebajas ya están ahí, a la vuelta de la esquina. Las encuestas de las organizaciones de consumidores nos avanzan que los españoles nos gastaremos de media unos 90 euros, apenas un 5% menos de lo que lo hicimos el año pasado. Sí, hay crisis, pero quién se resiste a no dejarse caer por esos grandes almacenes o esas tiendas callejeras donde hallaremos cosas irresistibles.
Se nos anuncian para este verano agresivos descuentos que, en algún caso, he podido ver plasmados en carteles de establecimientos que exclamaban chillones ¡hasta un 70% de rebaja!
Como los tiempos están como están, la gente dice a los encuestadores que huirá de las marcas, que comprará lo más rebajado y sólo lo que realmente precise. Como declaración de intenciones, bien está. Otra cosa será la cruda realidad una vez que vayamos, veamos y toquemos.
Dice la estadística que las mujeres suelen profesar mayor devoción a las rebajas que los hombres, y que la ropa y los complementos se llevan la palma en su voracidad consumista. Lo dicen los expertos, quienes advierten además que nosotros estamos más, en los últimos tiempos, como por la tecnología.
Para estas fechas, las organizaciones de consumidores nos recomiendan un consumo racional, calculado y exigente. Poca gente conoce aun hoy sus derechos, máxime en tiempo como el que se nos avecina de precios súper-rebajados. No nos aclaramos suficientemente con las garantías y desconocemos, por ejemplo, que éstas han de ser por un periodo de dos años, mientras que si tenemos que reclamar durante los primeros seis meses, ha de ser el comerciante el que deba probar que el defecto del producto sobre el que se reclama no es de fabricación.
Se insiste en revisar las etiquetas en las prendas, donde ha de figurar la talla, la composición y el tratamiento aconsejable de lavado. Y otro consejo es que, como siempre, guardemos los justificantes de compra por lo que pueda pasar después, para que no nos llevemos sorpresas desagradables a la hora de tramitar una posible devolución.
Todo está listo. Mañana arranca el grueso de estas rebajas en las que no faltará esa imagen, tan emblemática ella, de unas puertas que se abren en el gran almacén de Preciados, pongo por caso, para que irrumpa atropellada una multitud veloz, ávida de hacerse con sus chollos, sus gangas o sus bicocas.
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