El ‘trumpismo’ llega al fútbol

Al más puro estilo del inconmensurable Jesús Gil, el Real Murcia impidió este sábado el acceso de un periodista al estadio Nueva Condomina, rebautizado como Enrique Roca, propiedad del Ayuntamiento de la capital pero cedido al club en 2009 por un periodo de 50 años. Lo hizo, en palabras recogidas en un lacerante comunicado, porque la información que publica en su medio “no se corresponde con la realidad”. El periodista es José Antonio Otón; y el medio, el diario La Verdad.

En el club grana han sido más considerados que en el Atlético de Madrid de la inefable era Gil. Al menos, solo se han limitado a retirar la acreditación de prensa al informador. En el equipo rojiblanco, el presidente Gil iba mucho más lejos. No solo prohibía el acceso al estadio Vicente Calderón a los periodistas que le caían mal y no le bailaban el agua, sino que arremetía contra ellos y, además, en algunos casos, los insultaba con desprecio y hasta con crueldad extrema. Una vez se refirió a J.J. Santos, hoy en Telecinco y entonces en Radio España, como un “disminuido físico y mental, al que voy a mandar a Lourdes para que le arreglen la cabeza, porque lo otro ya no se lo arregla ni Dios”. Otro día, ante una pregunta que consideró inoportuna, echó a otro periodista de una rueda de prensa al grito de “¡A la puta calle! Siempre me toca el más tonto”.

A lo largo de la historia han sido muchos los presidentes y directivos que han tenido un marcado sentido patrimonialista de sus clubes. Y, más aún, desde que estos se transformaron en sociedades anónimas deportivas, con sus consejos de administración y su accionariado. Sin embargo, esto no implica que lleguen a ser empresas particulares, en sentido estricto, con un patrón al frente que haga y deshaga a su antojo. Y aunque el poder de decisión, a través de los votos, en una junta de accionistas dependa del capital aportado por cada uno, nunca hay que olvidar que existe una heterogénea masa social, que siempre está detrás, y resulta fundamental para que la cosa funcione. A ello cabe añadir que, el criterio de esta, rara vez suele ser unánime a la hora de respaldar las decisiones de los que mandan.

Por eso, han sido bastantes los que no han entendido, desde el seno de la entidad, la actitud del consejo para con este informador. En el aludido comunicado del Real Murcia, publicado en su web el pasado lunes, -por cierto, con una redacción algo pedestre-, se elucubra sobre el sentido de la libertad de expresión. Al menos, en lo que desde el club entienden que debe ser, al expresar que este profesional “tiene el derecho y el deber de informar pero también la obligación de hacerlo verazmente y sin temerario desprecio hacia la verdad”. Es decir, y traducido a román paladino: conforme a lo que le convenga a la dirección grana en cada momento, sin atisbo de crítica perturbadora y eludiendo la “desinformación”, una palabra que utilizada así contiene reminiscencias claramente trumpistas. De hecho, el club reconoce que contactó con el periodista “para atajar el problema de forma amistosa y extrajudicial”, pero que la gestión resultó “infructuosa”. O sea, que hubo advertencia previa e intento vano de llamada al orden.

La decisión de impedir el acceso de un periodista a un lugar público para que informe de lo acontecido rompe cualquier regla de la libertad de expresión. Aquí y en Sebastopol. En el terreno de la política, Vox lleva tiempo haciéndolo con determinados profesionales de unos cuantos medios en sus actos y campañas electorales. Está claro que hay quien quiere hacer caso omiso a aquella frase lapidaria de Orwell de que la libertad de expresión es decir lo que alguna gente no quiere oír. Aunque haya otros, como Donald Trump, que la intenten rebatir asegurando que “el 75% de los medios son deshonestos y una auténtica escoria”. Para desgracia nuestra, viviendo lo que vemos, es posible que el estilo trumpista, como antes el gilismo, haya llegado también al mundo del fútbol para quedarse. Solo era cuestión de tiempo.

[eldiario.esMurcia 25-1-2023]

El parto de los montes

La semana entrante será decisiva para el futuro electoral de la izquierda de la izquierda en la Región de cara al 28 de mayo próximo. La dirección regional de IU se pronunciará sobre el preacuerdo al que hace días llegó con la de Podemos. Previamente, esta formación había negociado otro con Más Región y Equo-Verdes, que no validó en su momento, pendiente de este. El preacuerdo Podemos-IU consiste en que esta segunda formación encabece más de la mitad de las candidaturas municipales. Se trataría de plazas donde IU tiene representación e infraestructura consolidadas; entre otras, Lorca o Totana, en este último caso, donde además gobierna. A ello habría que añadir que, de acuerdo a las perspectivas demoscópicas, la presencia de esa izquierda en la Asamblea Regional se concretaría en los dos diputados actuales, que volverían a ser de Podemos, si bien a mitad de legislatura uno de ellos sería relevado por el candidato o candidata número 3, que correspondería a IU. Esta formación obtendría un tercio de la financiación del grupo parlamentario, aunque solo aporte un 20 por ciento de lo que cueste la campaña electoral.

Este preacuerdo deja en manos de IU la incorporación de Más Región al proyecto, cediendo puestos propios a la formación que lidera Óscar Urralburu. Para Podemos, lo fundamental era acordar un porcentaje con IU y “que esta meta en sus puestos a quien quiera, ya que no vamos a aceptar que el peso de Podemos se diluya en una mesa de partidos donde grandes y pequeños tengan lo mismo”.

El máximo dirigente de Podemos en la Región, el diputado nacional Javier Sánchez Serna, y el coordinador regional de IU, José Luis Álvarez-Castellanos, se sentaron días atrás a negociar con voluntad de llegar a acuerdos. Lo hicieron durante cinco o seis horas. El segundo reconoció que la predisposición a hacerlo “desde la igualdad de peso” facilitó mucho las condiciones, por lo que le parecía razonable una proporción del 70%-30%, haciendo un gesto que descartara la ruptura definitiva. Con todo, la lista única de la izquierda de la izquierda sigue estando complicada en esta comunidad autónoma.

Para Más Región, distanciada de Podemos desde la abrupta salida de Urralburu y María Giménez de ese partido, el preacuerdo no es factible. Si bien su negociación con IU concedía a esta la cabeza de lista a la Asamblea, le asignaba el reparto de los recursos económicos al 50%. Además, desde la dirección nacional de Podemos no se ha visto con buenos ojos la estrategia de IU en la Región de negociar, en principio, una coalición con la formación que lidera a nivel nacional Íñigo Errejón. De hecho, en la comunidad madrileña, Podemos e IU han acordado ir juntos dejando a un lado a Mónica García, a pesar de ser Más Madrid el partido más votado de la izquierda en los últimos comicios autonómicos.

¿Qué puede pasar este próximo martes cuando se reúna la coordinadora regional de IU para refrendar el preacuerdo con Podemos? Todo apunta a que no será sencillo y que Podemos, de no fructificar la propuesta, concurrirá con Alianza Verde, el partido del diputado ecologista Juantxo López de Uralde. Y mientras tanto, la vicepresidenta Yolanda Díaz llegará el mes próximo a la Región para presentar su proyecto Sumar, para el que sus partidarios ya calientan motores.

Fue en el siglo VI antes de Cristo, en la Antigua Grecia, cuando Esopo concibió una fábula que ha llegado hasta nosotros como El parto de los montes. En ella cuenta cómo las montañas atronaban cuando iban a dar a luz, impresionando a todos por su espectacular estruendo. Después de tal despliegue, el pretendido parto daba como resultado un minúsculo ratón. El español Samaniego lo adaptó a su particular lenguaje, rematando la moraleja con un rotundo “después de tanto ruido, solo viento”. Sirva este ejemplo fabulista para lo que algunos se puedan encontrar, en su horizonte electoral, en un futuro inmediato.

[eldiario.esMurcia 15-1-2023]

El escritor secreto

En 1984, el jurista y catedrático Francisco Sosa Wagner (Alhucemas, Marruecos, 1946) dirigió una carta al escritor Salvador García Aguilar (Rojales, Alicante, 1924 / Molina de Segura, Murcia, 2005), quien acababa de recibir en la noche de Reyes de ese mismo año el Premio Nadal de 1983 en su cuadragésima edición. Fue con ‘Regocijo en el hombre’, tres narraciones en primera persona basadas en historias de anglosajones y vikingos. García Aguilar, un perfecto desconocido en el panorama literario de la época, se había hecho, para sorpresa y asombro de todos, con el premio de novela más prestigioso de este país.

Sosa Wagner leyó aquel relato de unas 300 páginas a poco de aparecer en las librerías y quedó bastante impresionado. “Un libro de aventuras, bien escritas, con tipos, paisajes y lances llenos de exuberancia literaria”, reconoció. Buscó la dirección postal del autor y le dirigió una misiva. Días después recibió contestación a su carta desde Molina de Segura, hecho que tampoco dejó de asombrarle. El escritor le agradecía su deferencia y le informaba de que, como era de rigor, estaría en la Feria del Libro de Madrid, en fecha próxima, firmando ejemplares.

Por supuesto que Sosa Wagner fue ese día hasta la feria para conocerlo. Cuenta que al encontrarlo en la caseta de la editorial Destino, tras una torre de libros, le sorprendió que muy pocos lectores y visitantes se acercaran hasta él, algo que le extrañó sobremanera. ¿El ganador del Nadal y prácticamente nadie se le aproxima para que le firme un ejemplar?, vino a preguntarse, por lo que concluyó que “a este hombre había que tratarlo como un paréntesis en la bazofia que se ensalza en los círculos madrileños, por lo que era preciso olvidarlo cuanto antes”.

Luego de las presentaciones de rigor, y de una inicial conversación en la que el lector elogió la obra ante el autor, no sin evidenciar este último un cierto rubor, Salvador García Aguilar cogió la pluma y escribió de su puño y letra: “A Francisco Sosa Wagner, en recuerdo de su amable carta, y su todavía más gentil saludo, con el afecto entrañable de…”. Tras ello, y a la vista de la expectación que su presencia en aquel certamen literario había levantado, ambos se encaminaron hasta un bar cercano a tomar unas cervezas. Sosa Wagner recordaba que el escritor “tenía un aire de contable, como de representante que no representa nada, acaso de forma vaga e intermitente a sí mismo, mirando a aquel mundo que le ignoraba, cuando había alcanzado la gloria con aquel premio”.

García Aguilar le habló de sus proyectos inmediatos: de lo que había escrito, de lo que iba a escribir y de lo que nunca escribiría. Francisco Sosa Wagner detectó, a poco de conocer a aquel hombre canoso, sencillo, cordial e incluso tímido, lo que muchos intuímos desde aquella noche de Reyes del 84: que se había convertido en una especie de intruso en el hermético universo literario que otros controlaban. Basta decir, para calibrar la dimensión del galardón obtenido por el escritor de Rojales, que en su anterior edición, la de 1982, el ganador había sido Fernando Arrabal, con ‘La torre herida por el rayo’; es decir, alguien que llegaría a estar propuesto para el Nobel de Literatura. Y que la nómina de escritores y escritoras en el palmarés del Nadal resulta apabullante, desde que Carmen Laforet deslumbrara en 1944 con su precoz ‘Nada’, hasta Manuel Vilas, este 2023, con la melancólica ‘Nosotros’. 

Un año después de la muerte de Salvador García Aguilar, ocurrida en enero de 2005, en su pueblo de adopción, Molina de Segura, se celebró un congreso en torno a su vertiente literaria que muy acertadamente titularon ‘El escritor secreto’. Cierto que aquel administrativo de una empresa conservera fue un narrador casi clandestino, robando horas al sueño para plasmar en las cuartillas sus anhelos e inquietudes más ocultas. Él mismo confesaría que, de no haber obtenido el Nadal de 1983, ni sus vecinos más próximos hubieran adivinado cuál era su auténtica pasión. Por supuesto que sus jefes, con los que trabajó durante más de tres décadas, ignoraban esta cualidad de su empleado.

Con la perspectiva que ofrecen los casi 40 años transcurridos, aquella campanada literaria sigue volviendo a la mente de cuantos lo conocimos, cada vez que se falla una nueva edición de este prestigioso premio en noche tan señalada y mágica. Sosa Wagner recordó a García Aguilar, tras su fallecimiento, luego de verse aquejado durante años por el mal de Alzheimer, expresando con cierta aflicción que “tuvo pasajera la gloria pero será imperecedero su olvido”. Algunos aún lo recordamos con afecto.

[‘La Verdad’ de Murcia 10-1-2023]

Nuestras sagradas familias

La sagrada familia es un documental en cuatro capítulos, codirigido por David Trueba y Jordi Ferrerons, que se emite en HBO Max. Transcurre en torno a los 23 años en que Jordi Pujol permaneció al frente de la Generalitat, desembocando en el gran escándalo que produjo que este reconociera que poseía una enorme fortuna en el paraíso fiscal de Andorra. La participación de su esposa, Marta Ferrusola, y su prole de hijos, hasta siete, en todo el entramado, permitiría rodar una cuarta parte de El Padrino.

Viendo este magnífico trabajo, en el que se da voz a un amplio elenco de personalidades, entre ellas los expresidentes González y Aznar, uno repara en una cierta similitud entre lo que el pujolismo supuso para Cataluña, desde 1980 hasta 2003, con lo que la presencia de un mismo partido en el poder, desde 1996 hasta hoy, ha supuesto para la Región de Murcia. El carácter patrimonialista del Gobierno queda patente en lo que expresaba en 2004 la mujer del protagonista, cuando Convergència i Unió fue desalojada de la Generalitat para dar paso al tripartito (PSC, Esquerra e Iniciativa): “Nos lo robaron. Es como cuando entras en casa y te han reventado los armarios”.

Esa curiosa manera de expresarse sobre la forma en que se produce el relevo democrático en un Ejecutivo evidencia el talante de muchas personas respecto a lo que consideran que es de su estricta propiedad. Similares expresiones se escucharon y leyeron en la Región de Murcia cuando en marzo de 2021 se presentó una moción de censura en la Asamblea Regional contra el presidente de la Comunidad Autónoma, Fernando López Miras, del PP, por parte del PSOE y Ciudadanos. Altos cargos populares, así como otros cualificados militantes y simpatizantes, inundaron las redes sociales con epítetos que podrían resultar sinónimos al utilizado por Marta Ferrusola hace casi 20 años: robo.

Es evidente que cuando un partido permanece décadas en el poder tiende a consolidar con sus tentáculos una tupida red clientelar, a modo de telaraña, de la que resulta muy complicado desprenderse. El miércoles en que se conoció la presentación de la moción de censura en la Región de Murcia, el exdirigente del PP, Juan Ramón Calero, participaba en una tertulia en la emisora regional de Cadena SER junto a la expresidenta de la Asamblea Regional, la socialista Rosa Peñalver. Al ser preguntado por las posibilidades que esta iniciativa tendría de prosperar, el que fuera abogado del Estado fue tajante, aventurando un posible tamayazo: “No dudo de que los teléfonos deben echar humo ahora mismo en el Gobierno y en el PP, manejando listas con la intención de comprar o alquilar a gente, tras 26 años en el poder y tanto personal colocado como medio de vida en la Administración pública”. La propia Rosa Peñalver se sorprendió al escuchar lo expresado por su contertulio. Pero Calero no se equivocó ni un ápice y la moción de censura fracasó por el voto negativo de los diputados tránsfugas de Ciudadanos.

Es casi imposible que lo ocurrido en Cataluña en noviembre de 2003 -un pacto entre la izquierda para gobernar tras 23 años de pujolismo- pueda producirse en la Región de Murcia en mayo de 2023. Las encuestas pronostican, cada vez más, un triunfo del PP que, de no alcanzar la mayoría absoluta fijada en 23 escaños, sellaría con el apoyo, si ello fuera preciso, de la bancada de Vox. Mientras, la izquierda continúa en caída libre. Los unos, con sus reiterados bandazos y desvaríos; y los otros, incapaces de entenderse para sumar y no dividir a un electorado hastiado por su reiterada incompetencia. De manera que aquí, en la comunidad murciana, todo parece indicar que seguiremos venerando en el altar mayor de la política, otros cuatro años más -y ya se contabilizarán un total de 32-, a nuestras particulares sagradas familias.

[eldiario.esMurcia 9-1-2023]