Para L., que me reprocha que lleve ya varios días sin escribir.
Algún día, en cualquier parte, en cualquier lugar, indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas. Así lo expresó Pablo Neruda, con el verbo sentido y la palabra encendida que tanto caracterizaron al malogrado escritor chileno. Hay quien asegura que la felicidad nunca se alcanza en plenitud y que nuestra vida tan sólo está preñada de pequeños ratos de la misma. Sería algo así como lo que se nos suministra a pequeñas dosis, para evitar la consiguiente borrachera, y a sorbos cortos.
Un prestigioso psiquiatra, como es sin duda el sevillano Luis Rojas Marcos, ha llegado a aseverar que el 30% de la felicidad depende de los genes. Leo al tiempo, en un diario médico, que está demostrado que la felicidad previene las cardiopatías, ya que reduce la ansiedad, la hipertensión y el riesgo de infarto de miocardio, reduciendo los niveles de cortisol y otros marcadores de riesgo cardiovascular. Asimismo, se añade en la mencionada publicación profesional, la posibilidad de coger un resfriado es menor para los optimistas ya que su organismo se encuentra más fortalecido.
En su obra El mito de la felicidad, que subtitula Autoayuda para desengaño de quienes buscan ser felices, el siempre combativo filósofo Gustavo Bueno advierte de que la filosofía de la felicidad es una cáscara vacía cuando ésta se ha separado de los contenidos metafísicos que le dieron origen. Y a esta confusión, añade, contribuyen los abundantes libros, que arrojan sucesivamente al mercado las editoriales, titulados filosofía de la felicidad, escritos generalmente por profesores de filosofía que meten en el mismo saco, con objeto de llenar el cupo de páginas concedidas, una exposición de Epicuro y una de Aristóteles, y a Santo Tomás y a Bertrand Russell, como si todos ellos fueran respuestas alternativas a una misma cuestión previa y exenta: la Idea de la Felicidad humana.
Al ser humano siempre le interesó más el morbo que la comedia, que dijo Unamuno. En esta sociedad nuestra, saciada de descontrol y violencia a flor de piel, donde igual te pueden arrebatar la vida por defender a una mujer de las garras de su agresor que por negar que tú le hayas rayado el coche a un iracundo mozalbete, ser feliz se hace cada día empresa más difícil. Pero se intenta a cada instante con la ayuda inestimable de la gente a la que tanto queremos.