La extraña pareja

Da la impresión de que a Juan José Liarte y Francisco Carrera, esos dos atávicos diputados coprotagonistas de la legislatura más funesta de la historia de la Asamblea Regional, no les parece bien que se incentive con becas a las mujeres para que estas se matriculen en estudios de Ciencias en la Universidad. Alegan que esto atenta contra el principio de igualdad y por ello amenazan, una vez más, al Gobierno regional al que tienen cogido por los bemoles, con no votar los Presupuestos de la Comunidad Autónoma para 2023.

Liarte y Carrera son una especie de Jack Lemmon y Walter Matthau en La extraña pareja, pero más a lo cutre, si cabe. Cierto es que ambos cuentan con el pedigrí de tener un discurso fluido, algo que no predomina precisamente entre las actuales señorías del Parlamento regional, si bien podrían utilizarlo para mejor causa. Con sus planteamientos retrógrados y trasnochados, como el que ocupa, nos devuelven a la época en la que Piedad de la Cierva Viudes, a quien están dedicadas estas becas, cursó sus estudios en la Universidad de Murcia. 

Fue en 1928 cuando esta joven, que tenía solo 15 años, se matriculó en su Facultad de Ciencias, siendo la única mujer en hacerlo hasta entonces. Su precoz capacidad intelectual llevó a sus profesores y a algunos de sus compañeros a valorarla en su justa medida. Luego se trasladó a Valencia, en cuya Universidad obtuvo el premio extraordinario de licenciatura con apenas 19 años. Con el tiempo se convertiría en una pionera del estudio de la radiación artificial en España y la industrialización del vidrio óptico.

Piedad de la Cierva estudió gracias al empeño de su padre y a haber nacido en el seno de una familia con posibles, que se decía antes. Es muy probable que si de Liarte y Carrera hubiera dependido, y si ella hubiera formado parte de un entorno mucho más humilde, nunca habría alcanzado ese grado de madurez como eminente científica que fue. Aunque, supongo que esto sí será del agrado de ambos, acabara abrazando el Camino del fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer

Resultan estos dos parlamentarios una extraña pareja capaz, primero, de chulear a Vox y quedarse con el grupo parlamentario; proponer a su compañera de fatigas Mabel Campuzano como consejera de Educación y Cultura, para luego intentar teledirigirla y acabar todos tirándose los trastos a la cabeza. Que esta gente no era de fiar era algo fácilmente constatable desde el inicio de la legislatura. Sin embargo, era evidente que el puzzle a recomponer para abortar los efectos de la torpe moción de censura PSOE-Ciudadanos debía contar, sin más remedio, con ellos como piezas fundamentales. 

Ahora se ponen gallitos cuando les place, toda vez que con su pase al grupo mixto ya no manejan las cuentas de las partidas que desde la caja de la Asamblea se les asignaban para que dispusieran a su antojo y libre albedrío. Como en aquella visita a Murcia de Macarena Olona, que destapó otra caja, la de los truenos, en la sede nacional de Vox.

Félix y Óscar eran los personajes estrafalarios a los que daban vida en la película los inimitables Lemmon y Matthau, dos divorciados de vida disoluta que deciden compartir piso. Aquello resultó ser un completo desastre convivencial, sin orden ni concierto, por lo que ambos deseaban perderse de vista cuanto antes. Precisamente, lo que imagino que ahora les estará pasando a los dirigentes del PP regional, asidos como están por mantenerse en el machito a estos dos aliados de la noche.

[eldiario.esMurcia 22-10-2022]

La Asamblea, ese colegio mayor

Por mera intuición de cualquier observador que se precie, todo apuntaba en 2019 a que la décima legislatura, que aún colea, de la Asamblea Regional de Murcia, iba a ser, con diferencia, la más deficiente de las vividas en el edificio del cartagenero Paseo de Alfonso XIII. ¿Y qué indicios había de que esto iba a ser así? En principio, la configuración de la lista electoral de Ciudadanos, en la que entre sus puestos preferentes se había incrustado un ramillete de personajes disolutos en busca de un generoso sustento. Era fácil aventurar que, si de ellos dependiera, el Parlamento autonómico se convertiría en un colmado donde el género se despachara con toda celeridad al servicio del mejor postor. 

El primer paso no lo dieron ellos sino su dirección nacional, que allanó el camino, reiterando su apoyo al PP para que siguiera cuatro años más en el machito del palacio de San Esteban. Gruesa contradicción con lo expresado por su lideresa un día de mayo, en la plaza del Cardenal Belluga, con esa voz que atesora de muñequita de porcelana: “¿Os imagináis 28 años de gobierno del PP?”, inquirió a los congregados. Y tanto.

Otro dato a tener en cuenta fue el resultado obtenido por el PSOE, ganador de aquellos comicios, con 17 escaños, y en lo que derivó aquella amarga victoria tras la decisión del partido naranja de no apoyar la lista más votada. Los dirigentes socialistas entraron en una profunda depresión, que les dejó inmóviles y casi inertes, solo paliada cuando intentaron promover una moción de censura en 2021 al Ejecutivo de López Miras. Aquel nuevo fracaso, abortado por los tejemanejes del ciezano Teo García Egea, acabó con el liderazgo de Diego Conesa y la llegada a la secretaría general de José Vélez.

Vox comenzó pronto a desgajarse con las disensiones de tres de sus cuatro diputados. Esos mismos que jugaron un papel fundamental en el fracaso del aludido intento de censura, obteniendo como botín una consejería y el control total del grupo parlamentario, a pesar de haber sido expulsados de la formación que lidera Santiago Abascal. Luego se pelearon entre ellos por querer tutelar y controlar a la consejera y aquello ha acabado como el rosario de la aurora: todos, unos por acción, otros por omisión, de cabeza al grupo mixto.

Pocos podían imaginar en el PP que lo que vivieron en la noche del 26 de mayo de 2019 sería una dulce derrota. Por debajo del PSOE en votos y escaños, lejos de las mayorías de antaño, Ciudadanos les echó un flotador cuando el agua les llegaba al cuello. Y luego, en marzo de 2021, llegaría el burdo espectáculo de travestismo político que hizo todo lo demás. Sorprende que aun hoy, al referirse al resultado de aquellas elecciones, haya quien desde las filas populares evoque, en un ejercicio de amnesia estupefaciente y sin sonrojarse, que están en el Gobierno “porque esa fue la voluntad de la ciudadanía de esta Región”

Estos días da la impresión de que hay quien ha descubierto el paisaje y paisanaje que pulula por algunos colegios mayores universitarios. Chavales adiestrados como ciervos en plena berrea al comienzo del otoño boreal. Es paradójico que estos sean los que estén llamados a coger las riendas del país el día de mañana. Por supuesto que no todos serán iguales. Y quién sabe si algunos hasta puedan ser capaces de superar el listón de la actual clase política que, como en el caso de una buena parte de la murciana, ha convertido la Asamblea Regional -lo expresé en Twitter este sábado- en una especie de colegio mayor, con persianas que suben y bajan en la ignominia, y de la peor estofa.

[eldiario.esMurcia 9-10-2022]