Leo el titular y voy más allá. Me interesa. No es como todo, o casi todo, cuando te quedas en el encabezamiento y el cuerpo no te pide ir más allá. Hay que ser hideputa para llegar tan lejos…
En El País, su corresponsal en Holanda, Isabel Ferrer, publica que un grupo de pederastas quiere crear allí un partido político. ¿Para defender, qué?, me pregunto antes de adentrarme en el texto de la noticia. Propugnan la legalización de la pederastia, el bestialismo -es decir, el sexo con animales- y las drogas blandas y duras.
Vaya, toda una declaración de intenciones para no andarse con excesivos rodeos, me digo. Es, sin duda, el partido de las bestias. Todo, en un país en el que pocos se rasgan las vestiduras cuando una mujer se exhibe de manera degradante tras un cristal, esperando ser captada por el mejor postor y por el que lleve la billetera más repleta. Como si de una simple lata de bonito en escabeche se tratara.