Diario de un prodigio (XLV)

 

Leo un estudio según el cual seis de cada diez vehículos en nuestro país circulan con menos presión de la debida en sus neumáticos. El trabajo lo ha llevado a cabo la Fundación Española de Seguridad Vial y una de las marcas más reconocidas en el sector como es Michelín.

Al parecer, la mayoría de los conductores descuidamos bastante algo tan fundamental como lo que, al fin y al cabo, soporta al coche sobre el asfalto. Más del diez por ciento de los vehículos de cuatro ruedas que circulan en las carreteras españolas utilizan neumáticos en mal estado, ya sea por un dibujo por debajo del límite legal, que es de 1,6 milímetros, por cortes o deformaciones. Si a ello le sumamos la velocidad, aderezo indispensable para quien se precia de conducir bien, el estudio concluye que se incrementa el riesgo de tener un reventón en carretera y perder el control del vehículo, que en la mayoría de los casos se salda con un accidente de consecuencias mortales.

Es bien seguro que a muchos les sonará cercano lo que ahora les contaré. ¿Contabiliza ese trabajo la cantidad de aparatos para inflar ruedas que hay en las gasolineras y que o no funcionan o lo hacen de forma deficiente? Hace algún tiempo que tuve que abandonar ese sistema, toda vez que nunca sabía a ciencia cierta la cantidad de aire que le había inyectado a los neumáticos de mi coche. Por fortuna, un solícito vecino de mi trabajo, dedicado a tan recauchutado negocio, se ha ofrecido a suministrarme el aire que los cuatro de mi automóvil precisan cuando esa cuestión se presenta deficitaria. Es por ello por lo que, en aras de mi ponderada seguridad vial, habré de estarle eternamente agradecido.