De aquello a esto

 

Cuando yo veía baloncesto en blanco y negro a través del viejo Marconi de mi abuela que, celosamente al apagarlo, cubría con una funda de paño verde, en España apenas había dos extranjeros jugando. Militaban ambos en el Real Madrid, que junto al Barcelona, y en menor medida el Juventud, eran las potencias del basket nacional. No había más tela que cortar. Los blancos solían arrasar en tanto, a veces, pasaban el testigo a los azulgranas.

Aquellos dos jugadores, norteamericanos los dos, se llamaban –y se llaman aún, afortunadamente– Clifford Luyk y Wayne Brabender. Por su estatura, destacaban del resto. Con ellos, muchos nos aficionamos entonces al deporte de la canasta, no tan publicitado en esos años como ocurre hoy. Eran tiempos duros, en los que había que importar estrellas, las que que modestamente se podía, para fomentar esa modalidad. Luego vendría la avalancha y todo equipo que se preciara debía tener en sus filas algún extranjero, para alcanzar fuste y realce baloncestístico. En Murcia, donde este deporte surgió con pujanza en la década de los años ochenta con el Juver, también tuvimos un negrito llamado Randy Owens que venía ya de vuelta de su periplo estadounidense, pero que nos deleitó con su forma de ser y de jugar.

Escribo esto a tenor del buen papel que en la auténtica liga de las estrellas, la NBA, están haciendo jugadores españoles capitaneados por ese monstruo que es Pau Gasol. En 1985, el malogrado Fernando Martín abrió un camino que resultaba incierto. A él le seguirían Montero y el gigantón Dueñas. Quién nos lo iba a decir en aquellos años sesenta y setenta que un día exportaríamos chicarrones para que se exhibieran en las canchas norteamericanas. Pues ahí están, además, los Calderón, Garbajosa, Rodríguez, López o Navarro. Es para sentirnos orgullosos. Por algo en baloncesto, con la selección hemos llegado al lugar que lo hemos hecho, mientras otros –los del fútbol– siguen enquistados en vender al mundo que aquí tenemos la Liga de las Constelaciones aunque en cuestión de equipo nacional no pintemos apenas nada en el concierto mundial.

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* La última bufonada cubana

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