El diablo en Galerías Preciados

 

Ocurrió en el Madrid de finales de la década de los cincuenta del pasado siglo. Fue cuando el Che –Ernesto Guevara para los mortales– hizo eso que se da en llamar una escala técnica en su aeropuerto y optó por dejarse caer por Galerías Preciados y tomarse un refrigerio en la cercana cafetería California. Era domingo, mediados de junio del 59, el Che tenía tan sólo 31 años y la Gran Vía estaba atestada. El periodista Antonio D. Olano telefoneó al propietario de los grandes almacenes, Pepín Fernández, aferrándose a su pasado caribeño/mercantil.

Una persona allegada a usted, venida de La Habana, necesita comprar en domingo. Es el Che Guevara, dicen que le dijo.

No se preocupe, Olano, les estarán esperando en los almacenes de Preciados dos dependientes, contestó raudo Pepín.

En una de las instantáneas que entonces tomó el fotógrafo César Lucas, quien contaba apenas con 18 años de edad y ya trabajaba para Europa Press y a quien dieron el chivatazo de tan inesperada visita, se ve a un colegial uniformado mirando entre sorprendido y extrañado al afamado guerrillero que, entre revolución y revolución, quiso pisar la principal arteria de la capital, de la que ahora se conmemora su centenario. Cuentan las crónicas que poca gente reconoció durante su breve estancia, de apenas unas cuantas horas, al Che en Madrid. Si acaso una avispada camarera sí que lo debió identificar y que por eso pidió al reportero posar con tan legendario personaje. Ahora, cuando se cumplen 40 años de su muerte, ocurrida en Bolivia, revisamos esta foto tomada apenas seis meses después de que los barbudos que bajaron de Sierra Maestra derrocaran al dictador Batista, en la soñada Cuba. Aquí, en España, mandaba Franco, pero ello no fue óbice para que el Che pudiera pasearse a sus anchas por un Madrid que todavía vivía sumido en la postguerra. Aunque los servicios secretos españoles le pisaran los talones y la prensa apenas pudiera dar un breve apunte de su presencia en suelo patrio, camino como iba de El Cairo, con los no alineados, tan mítico guerrillero.

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Otra gansada salvaje.

2 comentarios en “El diablo en Galerías Preciados

  1. Era….¿cómo diríamos? un personaje carismático, tan bonico, con ese aire de aventurero libertador de la Humanidad, su boinita, su estrellita, su uniforme…su aura de guerrillero …un ídolo, un mito, que llegó a confundir al mismísimo Caudillo. En el fondo, un vividor, que asesinó sin escrúpulos ni miramientos, un idealista peligroso, como han resultado todos los que han puesto en práctica a la fuerza sus ideales. He visto hace poco un discursito de cuando era ¡ministro de industria! y la impresión que sacas es que era medio ágrafo, que improvisaba al tuntún, y que no tenia nada que decir, sólo cuatro palabras bonitas…patria, libertad, justicia, etc… lo dicho: un vividor que dejó un rastro de muerte y desolación, en aras de un idealismo alocado, barato y de conveniencia. También hay que decir que ésto lo podemos decir con la perspectiva del tiempo. Cuando uno está inmerso en algo nuevo e ilusionante (como debió ser la revolución cubana) seguramente las cosas se veían de otra manera.

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